Donde todo empieza
con una medialuna
Hay historias que no nacen de planes, sino de la necesidad y la voluntad de salir adelante. Así empezó Guber, hace casi 20 años. Pablo y Fabiola se conocieron trabajando en el mismo restaurante y vivían juntos en un departamento pequeño, modesto, donde todo parecía estar en contra pero ellos no se detenían. Confiaron en una propuesta que los llevó a renunciar a sus trabajos, pero el proyecto nunca se hizo realidad. De un día para otro, se quedaron sin ingresos y con un futuro incierto.
Aroma a esperanza
Pero Pablo tenía algo claro: sabía hacer medialunas como nadie. Una noche, se puso a hornear durante horas en ese pequeño departamento que compartían, con poco más que ganas y esfuerzo. Al despertar, la casa estaba llena del olor a manteca y horno, un aroma que se volvió símbolo de esperanza. Fabiola, que tenía el don de vender y mover lo que fuera, tomó esa primera tanda y salieron juntos a la calle. Con un auto, una bandeja, y la convicción de que quedarse quietos no era una opción.
Así nació Guber
Del trabajo duro, la fe y la unión de dos personas que no se rindieron. Además de socios, son pareja, y ese lazo acompaña cada paso del camino. De a poco, el proyecto creció. Hoy, con 10 locales —tres con cafetería y propuestas de comida— Guber sigue siendo una empresa familiar, que conserva ese mismo espíritu cercano y auténtico del primer día. Porque cuando algo se hace con ganas y se cocina en casa, se siente en cada bocado.